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SILENCIOSO ASALTO A UNA COMISARÍA DEL DISTRITO CENTRO
Era más de medianoche cuando la gabardina apareció
allí, con un jirón de hombre dentro:
- Detengan a esas sombras, por favor, crecen a mis espaldas.
El agente de guardia tragó algunas palabras antes
de posar su atención sobre aquella pizca de alma:
- ¿Por qué no se va a dormir, usted que puede?.
- No, quiero despertar dormido en una celda (*)
lleno de vagas sombras.
El agente abrió la boca para escupir más letras pero acabó arrastrando su mirada de cobre hasta los ojos del otro:
- Me quedaré mudo y quieto, como un perchero sólo
hasta que amanezca.
- Mejor desaparezca ahora.
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Al terminar su interminable guardia, el agente
se dispuso a estrenar la luz de un día libre.
Ya marcaban el norte las agujas cuando una voz nublada
le llamó, a propósito de cierta gabardina huérfana.
Con ojos de plata, el agente descubrió su propia sombra
trepando lentamente hacia sus espaldas.
(*).-(Del lat. cella,).- Obra levantada con piel y huesos.
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jueves, 18 de febrero de 2010
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