sábado, 8 de mayo de 2010

---

M A L A S___P U L G A S*

El gran san bernardo husmeaba entre los árboles, sin detenerse;
detrás de él iba un viejo, estirando el brazo
elástico de su correa.

Al final de la cuesta, el hombre
se abrazó a un farol: “Me siento arrastrado”.

(Otro leve tropiezo le bastará para acortar la correa).

El perro asume, al instante, el nuevo mandato:
es inteligente y acaba pegando su hocico,
húmedo y dócil, a nuestra pierna.

(“Huelo, huelo, huelo tu más íntima derrota“).





*“Qué revelación: qué orgullo descubrir que nada te pertenece.”- E.M.Cioran.
----

1 comentario:

Manuel dijo...

No hay entrada tuya, querido amigo, que no sea interesante y dé qué pensar.

Este San Bernardo, sometido a su corta correa, también se pemite detesta a quien le oprime... "Como yo".

Un abrazo.